España asumirá este sábado, por quinta vez, la presidencia del Consejo de la UE. Arrancará en Kiev durante una visita del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a la capital ucraniana, en la que se reunirá con Volodímir Zelenski y dará un discurso ante la Rada Suprema. La presidencia es una maquinaria bien engrasada, que seguirá su funcionamiento a nivel técnico independientemente de lo que ocurra en las elecciones del 23 de julio. Nadie duda de que el trabajo a nivel técnico saldrá adelante, pero sí existe más incertidumbre entre el resto de Estados miembros sobre hasta qué punto los ministros y ministras actuales podrán volcarse en los dosieres en caso de que haya una larga etapa en funciones. Hay muchos expedientes clave que intentar sacar adelante antes de que la política europea se paralice a partir de marzo del año que viene. Por eso, Bruselas espera poder llegar a tantos acuerdos como sea posible en los próximos seis meses en asuntos críticos como la reforma de las reglas fiscales europeas o la del pacto migratorio. Con respecto a este último pacto, la cumbre del Consejo Europeo de ayer no alcanzó un acuerdo, aunque sí han reafirmado el respaldo a Ucrania. Hungría y Polonia se mantienen como los dos Estados miembros que no quieren cuotas de refugiados. Han pedido que «cada país elija» a quien acoger.
